sábado, 15 de noviembre de 2014

El magnetismo efímero del "malote"

Las mujeres morimos, en un sentido metafórico, por las causas perdidas. Duele decirlo, pero nos sentimos extremadamente atraídas hacia aquellos chicos que sabemos que solo nos traerán problemas. Ellos mismos se describen de esa manera y nosotras no podemos evitar caer en sus redes. Sucumbimos a sus encantos: su sensualidad, su salvajismo, su pasión… ¿Cómo no hacerlo? Su esencia nos llama y nosotras caemos en ella de lleno.

Desde pequeñas soñamos con encontrar a nuestro príncipe azul. Pero este no llega y mientras esperamos, se cruza con nosotras un príncipe negro con su chaqueta de cuero, sus malos modales, su excesiva confianza y su incapacidad de comprometerse. Y nosotras le seguimos. ¿Por qué no íbamos a hacerlo? El tremendo magnetismo que tienen los “malotes” hace que todas las chicas queramos tener una experiencia  con alguno, lo admitamos o no. Tenemos una especie de instinto, algo que nos empuja hacia un chico malo. Quizá sea su pose masculina y desenfadada, quizá lo atractivo que resulta al mostrar que nada le importa realmente o quizá aquello que dicen de que los chicos malos tienen buenos labios.

Every girl wants a bad boy to be good just for her.

Sabemos que este tipo de chicos no nos convienen, pero nos encanta jugar con fuego y lo prohibido nos seduce. Somos tercas por naturaleza. Un reto es un reto, aunque esté en juego un suicidio sentimental. Cuanto menos caso nos hace un hombre, más le deseamos. Creemos que podemos cambiarle, que sus defectos desaparecerán con el tiempo…¿realmente podemos hacerlo? No, la respuesta es no. Esperamos y ponemos nuestro corazón en cambiarle, en hacerlo mejor persona simplemente por el hecho de que nos tiene a su lado; pero eso nunca ocurre. Nunca eres la indicada y él no cambia por ti, igual que no ha cambiado por todas las anteriores. El problema es que en el momento en el que te das cuenta ya has perdido, tu corazón está tan destrozado que no sabes si vas a poder reunir y encajar todas las piezas de nuevo. El dolor es insoportable. Crees que te mueres, pero no es así. Un corazón roto sana, solo necesita tiempo.

Girls love bad boys. Women love good men.

Con el tiempo descubrimos que las aventuras no nos llaman tanto como antes jurábamos. Que una relación tóxica, donde solo hay peleas y llantos, no es lo mejor para nosotras. Que aquello impredecible acaba dejándonos rendidas. Que no es oro todo lo que reluce. Que los chicos malos no cambian por mucho que lo deseemos con todas nuestras fuerzas. Que, verdaderamente, valoramos más los buenos sentimientos de un chico. Y que nos cansamos de ser utilizadas, de darlo todo y de no recibir nada a cambio, de poner nuestro corazón en la mesa para que lo único que hagan sea romperlo en pedazos, de intentar sacar el lado bueno de las causas perdidas y de no exigir nada a cambio de nuestras atenciones.


Con los años aprendemos que encontrar a un chico malo no es difícil, que lo complicado está en encontrar a un chico de los buenos. Un chico bueno es lo que de verdad necesitamos para que nos haga la vida más sencilla y que no nos la complique a cada momento. Que nos mire como si fuéramos el sol y él no lo hubiese visto en años. Que no saque lo peor de nosotras en cada momento. Que sepamos que siempre estará ahí para nosotras cuando caigamos. Que será la persona que nos levantará si las cosas se ponen complicadas. Que nos comprenda y que nos escuche. Que nos colme de atenciones sin hacerse pesado. Que nos haga reír cuando la situación nos hunda. Que nos haga sentir seguras de nosotras mismas. Que crea en nosotras sin pensárselo ni un segundo. Pero, sobre todo, queremos a alguien que nos quiera tal y como somos.


Every woman needs a good man who can help her laugh 
when she thinks she'll never smile again.

El chico malo tiene su potencial, nos hace desear cosas que nunca nos habíamos planteado. Pero acabamos descubriendo que no es la persona que nos hará felices. Con la experiencia, dejamos de buscar a nuestro príncipe azul y nos damos cuenta de que hay un chico que se acerca mucho a ese prototipo creado desde que eramos unas crías: el chico bueno. Un chico bueno nos hace querer madrugar solo para poder verle dormir y nos hace desear ser mejores personas, superar nuestros límites. Es cierto que los finales felices y los cuentos de hadas no existen, y menos como nos los habíamos imaginado de pequeñas. Pero si alguien puede hacer nuestra vida mejor, ese es un chico bueno

2 comentarios:

  1. Muy buen post, puedo decir que he tenido la suerte de NO enamorarme de un "bad boy" me han gustado si porque es cierto que todo lo rebelde o prohibido atrae de cierta manera, digo he tenido la suerte porque conozco chicas que se han enamorado perdidamente de hombres que realmente no valen la pena y lo peor es que estas mismas chicas llegan a ser "adultas" con el pasar de los años y los siguen amando por ende aguantan todo lo que conlleva estar con un "bad boy"
    Saludos! nos estamos leyendo ;)

    ResponderEliminar
  2. Ay, jo, en serio... hay tanta razón en vuestras palabras y me identifico tanto que casi me emociono :') Por suerte mi época de pillarme por chicos malos la tuve muy pronto y se me pasó en seguida, pues tardé poco tiempo en llegar a la conclusión a la que habéis llegado vosotras respecto al chico bueno. Así que nada, a ver si llega pronto ^^
    Y Esther, perdón por pasarme tan tarde por vuestro blog... prometo pasarme más a menudo, pero, eso sí, publicad más a menudo, please, que este blog promete!!
    Un abrazo y pasaros cuando queráis :3

    ResponderEliminar