lunes, 10 de noviembre de 2014

All of me


Llegados a este punto, lo único que puedo decir es que lo he dado todo, absolutamente todo. Hoy, miro atrás y no podría estar más orgullosa de ti y de mí, de todo lo que hemos llegado a ser y, supongo, de todos los sueños de lo que podríamos haber sido.

Un hielo. Quién me iba a decir que un simple hielo uniría a dos personas durante dos años. Más bien, dos intensos años. Como siempre digo, son dos años que valen por cinco, porque en el fondo el tiempo no importa, sino la intensidad de los momentos. Quizás, no hemos vivido la historia de amor que esperábamos: nos hemos peleado el 80% del tiempo; nos hemos gritado infinidad de veces, y no eran te quieros; nos hemos hecho daño, mucho daño; hemos llorado desconsoladamente -sí, tú también, los chicos también lloran-; nos hemos faltado al respeto cuando prometimos nunca hacerlo. Dicho así, parece la peor historia de amor. Pero, ¿sabes qué? No me importa lo que parezca y no me importa lo que piense la gente. De hecho, nunca me ha importado. Lo siento, amigos. Solo tú y yo sabemos de qué va la historia.

¿Cuántas veces habré escuchado "este chico no es bueno para ti", "te mereces algo mejor" o "no mereces que te trate así"? Puede que tuvieran razón. De todas maneras, ellos nunca entendieron lo que significabas para . No sabían de lo que eras capaz de hacer por mí y todo el amor que me transmitías con solo tocarme. me completabas. Necesitaba estar en contacto contigo en todo momento, porque me tranquilizaba, porque sentía que éramos uno. Qué te voy a decir, ya sabes de lo que hablo.

He llegado a conocerte más que a mí y has llegado a conocerme más que yo misma. Saber qué querías con sólo verte la cara era de película. Que supieras qué pensaba en cada momento a veces daba miedo. Calmar mis enfados, algo complicado, conseguiste hacerlo en cuestión de segundos. Sin embargo, tardaste un poco más en encontrar el punto exacto en el que puedo morir de cosquillas. Me encantaba tu cara malvada al empezar la guerra, aunque sabíamos que acabaría con algún moratón. Al igual que la guerra de cojines, era evidente que las cremalleras no eran de goma.  Coincidir tanto algunas veces y ser tan diferentes a la vez, es lo que nos hacía especiales.

Chicas del mundo, avisadas estáis que no podréis seguir dietas si dejáis que entre en vuestra vida. sabes perfectamente cuál es tu punto fuerte y es cocinar. Y sabes perfectamente cuál es mi punto débil y es la comida. Vaya dos se fueron a juntar, literalmente, el hambre y las ganas de comer. ¿A qué eso nadie lo sabía? Son tus secretos ocultos que muy pocos sabemos. "Que aproveche", siempre va sonar en mi cabeza con tu voz y la imagen de tu forma de comer, todo un espectáculo.

hiciste que el azul fuera mi color favorito. Le diste significado al color verde, que pasó a combinar a la perfección con el lila. Fuiste mi corazón amorfo de todas las mañanas. También, mi despertador favorito de casa y yo funcionaba de despertador en la tuya. Ya nadie te molestará a las nueve de la mañana. fuiste mi coach durante muchas tardes mientras aprendía a "jugar" al Fifa, si a eso se le puede decir jugar. Al menos aprendí que el pase a hueco era mi fuerte, claro, cuando entendí qué era. Sin embargo, intentaste con todas tus fuerzas que entendiera el fuera de juego, sin conseguir gran cosa. Yo me lo pasaba bien insultándole a la pantalla mientras hacías maravillas con el mando.

"Caricias, mordisquitos, susurros y piel de pollo" como diría la canción, y yo no me hubiese cansado nunca de ninguna de estas cosas. No hacen falta palabras, ya te lo estás imaginando. eres el único que ha recorrido centímetro a centímetro cada parte de mí, quien podría dibujarme con los ojos cerrados, como yo podría hacer contigo. eres el único que conoce mis defectos y quien los supo convertir en virtudes. eres quien creyó en mí e hizo que yo también creyera y tuviera confianza. Aunque como te he dicho mil veces, "confío más en ti que en mi misma".

Con todo esto, quizás no has sido tan malo como la gente piensa. Quizás pocos te conocen lo suficiente para poder opinar. Sinceramente, no tienen ni idea.

Coincidir tanto algunas veces y ser tan diferentes a la vez.  Nos creíamos indestructibles hasta que nuestra misma fuerza nos destruyó. Nos quemó tan adentro que cada palabra echaba fuego. Llegamos al punto de no poder hablar, de no poder solucionar las cosas, porque cada vez que abríamos la boca la situación empeoraba. La frustración de querer con toda el alma y la imposibilidad de demostrarlo nos comía hasta dejarnos secos. Yo solo me preguntaba, ¿por qué tanto drama? Con lo fácil que era callarnos a besos y olvidar el resto. El orgullo y nuestro carácter nos impidió besarnos y por lo tanto, tuvimos que seguir recordando lo mal que estábamos. Hay decisiones que no son fáciles, los dos lo sabemos, los dos lo hemos hecho y los dos estábamos dispuestos a renunciar al otro por su felicidad. Porque pese al dolor que nos causábamos, seguíamos pensando en qué era lo mejor para la relación. Y fue dejarlo.

Supongo que hay que pasar página, o eso me han dicho, que el tiempo lo cura todo y que la distancia ayuda. Pero no hay tiempo ni distancia que me ayuden a olvidar tu nombre o tu olor. Siempre quedará la esquina de la página doblada, pero para poder escribir otra historia mejor. No olvides aquella frase que tantas veces te dije y que miles de veces te escribí. Y sobre todo, recuerda:

Siempre nos quedará París.




No hay comentarios:

Publicar un comentario